jueves, 18 de junio de 2009

BANG, BANG, BANG,
Mi cuerpo corría calle abajo
mientras mi sombra se desangraba en la esquina,
suenan sirenas de policía,
las escuchó, escondido en un oscuro bar del centro
donde una rubia me decía
-¿qué haces por aquí forastero?
-Celebrando el funeral del único que me seguía
respondí,
salí del bar
era de día,
la rubia cogida de mi brazo
me decía,
-Te acompaño a casa
BANG, BANG, BANG,
mi cuerpo corre calle abajo
mientras una rubia se desangra en la esquina

jueves, 11 de junio de 2009

Tenía, las manchas de la luna en su cuerpo, los ojos de un sol de otro tiempo, el sol que a mí, pobre reloj, me dio la vida; vida que me arrebatan hoy, mil cipreses, que crecen desafiantes hacia ti a mi alrededor. Lucho contra cada hoja que cae, contra cada sombra de medio día que me trae el olvido y encuentro en noches de luna llena, una vida que no es mía, una vida en la que floto abrazado por la melancolía, en la que vivo legítimamente como un impostor, ya por siempre.
En ocasiones, el animal mas solitario que posee mi alma, se acerca clandestino a las cabañas y mira con anhelo el fuego de las chimeneas cuando las nieves del invierno parecen tomar al asalto la primavera. En ocasiones: puedo mirar la playa de lejos sin pisar la arena, sin ni siquiera buscarte; puedo andar la ciudad sin pensar, cambiar de estación sin recordarte, sentirme a gusto en cualquier disfraz; en ocasiones, puedo decirle que la quiero solo para salvarme.

En ocasiones flaqueo y me enzarzo en ese poema, al que obstinadamente, niego el punto final y lo triplico

miércoles, 3 de junio de 2009

Me resisto
y tapo despistado
las grietas,
que en las ruinas del pasado
filtran los rayos de luz,
arrojo
mi aliento sobre el cristal
en el que empañado
con tu dedo
dibujaste un corazón,
merco esperanza por melancolía
en cualquier rastro de domingo,
desando el olvido
a la mínima de cambio,
recojo
miradas azules y comparo,
y me instalo a mis anchas
en el susurro de las olas que mecen tu nombre.
Mándame al infierno
cuando no tengas tiempo y lloren los sapos
que soñaban ser príncipes con tus besos,
mándame al infierno,
si no me gustase perder
ni siquiera te habría mirado,
Mándame al infierno
que en él me quedo,
prefiero el territorio conocido
que tú despecho,
la patada en el culo que el reproche,
arráncame las alas
y déjame entre los mortales
que por lo menos tienen sexo
¡Mándame al infierno!