miércoles, 20 de mayo de 2009

La ciudad de los vivuertos
se despierta sin ti,
se despereza, tose y escupe con desdén
una flema gris sobre mi corazón.

Camino a la estación
me adelantan mis ojos,
me gritan mis oídos,

se me seca la boca

y mi nariz te busca confusa
en la perfumería de la esquina.

La ciudad de los vivuertos
se mueve fotograma a fotograma
proyectando tu imagen
sobre un horizonte de aquí al lado,

mientras yo

vendo miseria en una taza
a cuerpos que olvidan
donde guardaron su alma.

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